Los matrimonios de niñas y el circo mediático: una alianza nefasta

Cada vez que hay una polémica en torno a la vulneración de los derechos humanos por parte de algunos musulmanes, asisto impotente al linchamiento mediático del islam y del conjunto de las sociedades de mayoría musulmana. Esta vez se trata de la fatwa que emitió el sheij marroquí Mohamed Ben Aberrahman al Maghraoui a principios de septiembre en la que “legalizaba” el matrimonio de niñas, a partir de los nueve años, con hombres adultos porque “dan con frecuencia un mejor resultado que una joven de 20 años”. ¡Menuda aberración!

 

La primera reacción es de indignación y estupor, pero acto seguido, y ya desde una postura más fría, me hago un sinfin de preguntas: ¿Cómo podemos proteger los derechos de las mujeres y de los niños sin contribuir al mismo tiempo a difundir las campañas de islamofobia y de intoxicación periodística? ¿Qué es lo que está en juego en este debate? ¿Por qué esta polémica aparece precisamente ahora? ¿Qué dicen las fuentes islámicas al respecto?

 

El ambiente ya estaba bastante caldeado: tan solo un mes antes de que apareciera esta fatwa, la prensa difundió la noticia de que la editorial Random House había retirado la novela The jewel of Medina, por presiones del entorno académico y no de los propios musulmanes. La autora afirmaba que Aisha (ra), fue entregada al profeta Muhammad (saws) cuando tenía 6 años y que el matrimonio se consumó cuando ella tenía 9 y él 54. Ante este retrato inquietante del profeta (saws), ¡algunos académicos americanos aconsejaron que no se publicara la novela para no provocar las iras de los musulmanes!

 

Los medios de comunicación se centraron en un aspecto del debate: el derecho a la libertad de expresión, pero daban por sentado que la edad de Aisha era unívoca en las propias fuentes islámicas, obviando así la disparidad, complejidad y contradicción de opiniones en nuestra tradición y proporcionando al lector una imagen cerrada que coincide a su vez con la opinión de nuestro sheij en cuestión. ¿Cómo va a ser mentira si encima ahora lo dice un sheij?

 

Y ahí es donde los musulmanes debemos exigir que se lleve a cabo un estudio pormenorizado de nuestras fuentes y una limpieza profunda que sirva para desechar aquellas tradiciones que vulneran los principios coránicos y los derechos humanos en general. Si desde Marruecos hasta Yemen, pasando por España la noticia ha causado estupor entre los musulmanes es un síntoma de que las tradiciones y costumbres contrarias al islam se están apartando poco a poco y que las mentalidades están evolucionando.

 

Hace siglos, la gente se casaba para establecer vínculos sociales o políticos, para asegurarse la supervivencia económica y eso sigue existiendo en algunos países en los que hay grandes bolsas de pobreza. A esto se añade el mal uso que hace del islam una minoría de musulmanes para justificar este tipo de abusos. ¿Por qué reivindican la supuesta “sunna” (conducta ejemplar) del profeta (saws) en el caso de Aisha (ra) y no en el de Jadiya (ra), su primera esposa, que era 15 años mayor que él? Es obvio que porque les conviene. Es más fácil moldear a su antojo la personalidad de una niña que la de una mujer formada y con pleno conocimiento de los derechos que le otorga el islam. Por no hablar de la complicidad entre las dos familias y los intereses económicos que hay de por medio.

 

Más allá de los debates teológicos e históricos, el error es presentar en Occidente a este sheij wahabita y a otros de esa calaña como representantes de la mayoría de los musulmanes. Los petrodólares no pueden comprarlo todo, o eso espero.

 

Publicado el 14 de octubre de 2008 en el blog de Natalia Andújar